Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.
Traten a los demás como les gustaría que los demás los trataran a ustedes.
Y que sepas que estoy contigo siempre; sí, hasta el final de los tiempos.
Nos hartamos de andar por sendas de iniquidad y perdición, atravesamos desiertos intransitables.
Soy él quien vive y estaba muerto y miren, estoy vivo para siempre. Amén. Y tengo las llaves del Hades y de la Muerte.
No permitas que tu corazón se turbe. Confía en Dios; confía también en mí.
Da a todo aquel que te pide; y a aquellos que te quitan tus mercancías no las pidas otra vez. Y como quiera que los hombres harían eso a tí, así hazlo a ellos.
Porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie viene al padre sino por medio mío.
No juzguéis a los demás si no queréis ser juzgados. Porque con el mismo juicio que juzgareis habéis de ser juzgados, y con la misma medida que midiereis, seréis medidos vosotros.
No se puede servir a dos señores.
Muchos son los llamados y pocos los escogidos.
Y, he aquí, vengo pronto; y mi galardón está Conmigo, para dar a cada hombre según sus obras. Yo soy el Alfa y el Omega, el principio y el fin, el primero y el último.