En otro tiempo, intenté convencerme de que no hay vida después de la muerte, pero me he descubierto incapaz de hacerlo.

Douglas Coupland

Douglas Coupland

Profesión: Autor
Nacionalidad: Canadiense

Sugerencias para ti :

Todos, después de cierta edad, sin importar cómo luzcan por fuera, sueñan prácticamente de manera constante con poder escapar de sus vidas.

Hoy todo el mundo parece idéntico porque nadie tiene tiempo para diferenciarse, ni siquiera tiene tiempo para comprar.

Si un edificio se ve mejor en construcción que se ve cuando esté terminado, entonces es un fracaso.

He tenido quizá 20 trabajos, grandes y pequeños, y nunca he odiado ninguno de ellos. De igual manera, al momento de alcanzar la curva de aprendizaje, renunciaba.

Me he preguntado sobre cómo descubrimos la belleza que reside en el interior de la gente, y las extrañas maneras que el mundo tiene para hacer que esta belleza salga al exterior.

Las personas son bastante indulgentes cuando se trata de las familias de otras personas. La única familia que siempre te horroriza es la tuya.

A veces el fracaso no es una oportunidad disfrazada, eres sólo tú.

Recuerda: el momento en que te sientes solo es el tiempo que más necesitas para estar solo. Es la ironía más cruel de la vida.

Es muy extraño que a la mayoría de las personas no les importe si su conocimiento de su historia familiar sólo se remonte tres generaciones.

Antes de las máquinas, la única forma de entretenimiento que la gente realmente tenía era las relaciones.

Y por un momento he sentido que a lo mejor una idea es más importante que el mero hecho de estar vivo, porque una idea vive mucho tiempo después de que uno haya desaparecido.

Los ordenadores te enseñan algo importante, y es que no tiene sentido recordarlo todo. Lo importante es ser capaz de encontrar cosas.

La cosa tiene gracia porque se supone que la diversidad es lo más moderno que hay, pero si uno toma una muestra de ciudadanos, nunca lo diría.

Me he dado cuenta de que la mayoría de la gente está demasiado preocupada con su propia vida para dedicar a los demás el menor pensamiento.