Lo que poco cuesta aún se estima menos..

La caza de montería es un gusto que no le había de ser, pues consiste en matar a un animal que no ha cometido delito alguno. (Sancho Panza)

¡No milagro, milagro, sino industria, industria!

Sea moderado tu sueño, que el que no madruga con el sol, no goza del día; y advierte, ¡oh Sancho!, que la diligencia es madre de la buena ventura, y la pereza, su contraria, jamás llegó al término que pide un buen deseo.

Hízome el cielo, según vosotros decís, hermosa, y de tal manera que, sin ser poderosos a otra cosa, a que me améis os mueve mi hermosura; y, por el amor que me mostráis, decís, y aun queréis, que esté yo obligada a amaros.

¿Qué locura o qué desatino me lleva a contar las ajenas faltas, teniendo tanto que decir de las mías?

El hombre es fuego y la mujer estopa, entonces viene el diablo y sopla. M.

¡Oh princesa Dulcinea, señora de este cautivo corazón! Mucho agravio me habedes fecho en despedirme y reprocharme con el riguroso afincamiento de mandarme no parecer ante la vuestra fermosura. Plégaos, señora, de membraros deste vuestro sujeto corazón, que tantas cuitas por vuestro amor padece.

¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan, sin que le quede obligación de agradecérselo a otro que al mismo cielo!

No hay clavo tan fuerte que pueda detener la rueda de la fortuna.

Una retirada no es una derrota..

El que está para morir siempre suele hablar verdades.

El hombre valiente esculpe su fortuna y cada hombre es el hijo de sus propias obras.

La ingratitud es la hija del orgullo.

El verdadero valor se encuentra entre la cobardía y la temeridad.

El que lee mucho y anda mucho; ve mucho y sabe mucho.

Mala suerte, ya sabes, rara vez viene sola.

Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la misma experiencia, madre de las ciencias todas.

No se coge una trucha con pantalones secos.

Porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más.

¿No sabes tú que no es valentía la temeridad?

El hombre bien preparado para la lucha ha conseguido medio triunfo.

Demasiada cordura puede ser la peor de las locuras, ver la vida como es y no como debería de ser.

No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería.

¡A buscar ventura, que la halla el que se muda!

¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!

No hay cosa más excusada y aun perdida que el contar el miserable sus desdichas a quien tiene el pecho colmado de contentos.

¡Oh señora de mi alma, Dulcinea, flor de la fermosura, socorred a este vuestro caballero, que, por satisfacer a la vuestra mucha bondad, en este riguroso trance se halla!

¡Oh don Quijote dichoso! ¡Oh Dulcinea famosa! ¡Oh Sancho Panza gracioso! Todos juntos y cada uno de por sí viváis siglos infinitos, para gusto y general pasatiempo de los vivientes.

La rabia de los celos es tan fuerte que fuerza a hacer cualquier desatino..

Mira, Sancho: si tomas por medio a la virtud y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que padres y abuelos tienen príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista,[25] y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.

La diligencia es la madre de la buena fortuna, y la ociosidad, su opuesto, nunca llevó a un hombre a la meta de ninguno de sus mejores deseos.

¿Qué hombre puede pretender conocer el enigma de la mente de una mujer?

Valor se encuentra a medio camino entre temeridad y cobardía.

¡Oh, memoria, enemiga mortal de mi descanso!

Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres.

¡Oh, Soledad, alegre compañía de los tristes!

Se pueda vender, y mandaron que esta tasa se ponga al principio del dicho libro, y no.

Pocas o ninguna vez se cumple con la ambición que no sea con daño del tercero.

Siempre los ricos que dan en liberales hallan quien canonice sus desafueros y califique por buenos sus malos gustos.

Por eso juzgo y discierno, por cosa cierta y notoria, que tiene el amor su gloria a las puertas del infierno.

La alabanza propia envilece.

Peculiaridad del ignorante es responder antes de oír, negar antes de comprender, y afirmar sin saber de qué se trata.

Solo los médicos nos pueden matar y nos matan sin temor y a pie quedo, sin desenvainar otra espada que la de un récipe.

Finalmente, por tan poco sueño y tanta lectura, su cerebro se secó y se fue completamente de su mente.

Cuando tus tropas están desanimadas, tu espada embotada, agotadas tus fuerzas y tus suministros son escasos, hasta los tuyos se aprovecharán de tu debilidad para sublevarse.

Este libro no tiene cosa digna que no corresponda a su original; en testimonio de lo haber correcto, di esta fee. En el Colegio de la Madre de Dios de los Teólogos de la , en primero de diciembre de 1604 años. El licenciado.

Lo que sería peor, hacerse poeta; que, según dicen, es enfermedad incurable y pegadiza.

Fuego soy apartado y espada puesta lejos. A los que he enamorado con la vista he desengañado con las palabras.